Sujeto
entero, recto y prolijo,
no lleva más
que colores neutros.
Tan tímido,
tan callado.
Inhibe, por
su mirada profunda,
a quien lo
roza y observa.
Continúa
siempre allí,
parece que
espera.
Me siento a
su lado, lo miro,
lo
contemplo.
Y, sin
querer, lo toco.
Comienzo a
escucharlo,
tiene ganas
de cantar.
Acompaña el
movimiento de mis manos que,
ansiosas, se
desprenden del presente,
se mueven
gracias al recuerdo.
Momento que
sólo dura unos minutos,
que cambia
sus colores antes neutros,
por otros
diferentes según su canción.
Quiero que
sea machista, que
maneje cada
uno de mis movimientos,
que me
domine y me haga llorar.
Que sólo me
haga feliz al terminar,
al concluir,
al acabar.
Me paro, me
deja, se queda,
me voy.
El piano no
reclama atención,
Depende de
mí, dependo de él.
Se hace
desear, se hace querer.
(1/5/13)
No hay comentarios:
Publicar un comentario